Se Maestro de tu Vida, no bajes Nunca al Nivel del los Incrédulos |
No te pongas al nivel de las demás personas. Tú, estás ahora mismo en la Tierra para educar y sanar a los demás.
No esperes que nadie te aporte nada. Todo el mundo está peor que tu. Plantéate todas tus nuevas y viejas relaciones como un reto.
La relación que te interesa es con toda aquella persona o personas que están dispuestas a aprender, a sanarse, a cambiar, a llegar a ser maestros como tu.
Tu tendrás que educarlos y sanarlos, que suban a tu nivel. Nunca, nunca, nunca bajes al nivel de los demás. Tú eres el maestro, tú eres el que diriges el timón.
Jesucristo decía "¿de qué te vale ganarte todo el mundo si te pierdes a ti mismo?". Lo sé por lo que sé y por experiencia.
En todas mis relaciones he tenido que educar y sanar, así fuera a mis parejas, así fuera a mis padres, hermanos, etc.
Vive con Amor y siempre tendrás la Razón. Cree en Ti, Dios lo Hace |
Las demás personas no saben lo que tú sabes. Las demás personas no sabían lo que yo sabía, por lo que el trabajo para mantener la relación se debía única y exclusivamente a mí, claro está con mis condiciones, o "mejor solo (que no es nada negativo), que mal acompañado". Al que no le interese "adiós muy buenas".
Recuerda que tú no eres tus familiares, tus parejas, tus hijos, etc., tú eres mucho más que eso.
Pero nunca, nunca, nunca, permitas que los demás te roben tu maestría, tu derecho a vivir, tu derecho a ser feliz. ¿Cómo te podrían convencer aquellos infelices de que su manera de vivir es la correcta cuando ellos mismos están perdidos?
No eres tu el que tienes que cambiar. Hace tiempo escribí "que nadie esté de acuerdo contigo no significa que tu no tengas la razón".
Viviendo como maestro, viviendo con amor, nunca podré estar equivocado. A mi no me engañan los que venden veinte duros a peseta, futuros inciertos, sentimientos embotellados, belleza en tubo y la felicidad a costa de dinero, trabajo, vida al fin y al cabo. Si vendo mi vida por lo que alguien quiere convencerme que es felicidad ¿qué me queda entonces?, pues lo mismo que a todos aquellos que han creído esas mentiras que te ofrece el sistema como caminos hacia la felicidad, o sea, nada, ni siquiera a mi mismo porque me hubiera perdido.
Un maestro debe de vivir siempre como un maestro, a pesar de lo que piensen, digan y hagan todos los demás, porque para eso es maestro.
Damián Alvarez
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