El Gran Poder de la Oración. Una Obra de Damián Alvarez |
Muchas personas dicen que
las energías sanadoras son inteligentes, que Dios sabe lo que tenemos que
sanar, curar, lo que necesitamos por el momento, etc., pero, aunque Jesucristo
decía que Dios sabía de nuestras necesidades antes de que se las comunicáramos,
también dijo que le pidiéramos a Dios lo que necesitásemos, que si le pedíamos
un pan no nos iba a dar una piedra.
La oración, en el contexto
al que nos referimos, no tiene nada que ver con religiosidad alguna, sino con
lógica. Siempre se debe de hacer una oración antes de comenzar cualquier
trabajo con energías sanadoras, y no solo para ir a buscar, conectarnos, a la
"Fuente Energética", sino también, para darle instrucciones específicas
a las energías de sanación, así hagan el trabajo que queremos que desempeñen.
Forma la oración, cada día
a tu antojo, según necesites por el momento. Pídele siempre a Dios, y así
sabrás siempre de dónde proceden las energías, que naturaleza tienen (divinas),
y para quien estás trabajando. Luego da instrucciones a las energías, y al
final de la oración no te olvides de pedir protección. Así tienes la oración
bien formada. Son tres pasos: A quien le pides, lo que pides y la protección.
La oración la harás para
aplicarte sanación por imposición de manos, para enviarte o enviar sanación a
distancia, antes de hacer meditaciones de sanación, redes de luz, etc.
Recuerda también que, aunque
la energía siempre sigue el pensamiento, lo hace con el poder de la fe. La fe
es la fuerza, así sea positiva o negativa, que pones tras tus pensamientos,
sentimientos, emociones y acciones. Se puede sanar todo en la vida si se lo
pides a Dios, y solo a Dios ...
... Entonces Satanás le dice a Jesucristo:
"Hazme una reverencia de adoración y te daré todos los reinos de la
Tierra". Jesucristo le contestó: "Solo a tu Dios alabarás, que Dios
puede crear hijos suyos hasta de las piedras". En esta tentación nos damos
cuenta de todo lo que nos puede ofrecer el "maligno" para hacer que
nos desviemos del "camino correcto", nos alejemos de nuestro Padre y
de nosotros mismos: Poder, gloria, riquezas, etc. No te confundas: ¿De qué te vale ganarte el mundo si te
pierdes a ti mismo", también decía Jesucristo. Pídele siempre
al único y gran Dios, creador de los cielos y la Tierra, que es tu sustento y
tu todo. No te equivocarás.
Damián Alvarez
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